Javier Zabala, hombre dedicado a la Lotería Nacional desde hace casi 60 años, recorriendo Morelia con el propósito de vender sus cachitos para el premio mayor, en entrevista con Gráfica Nacional narró cómo llegó a este oficio; el 22 o 23 de febrero de 1963 fue cuando vendió primer billete el cual tenía un valor de 3 pesos, recordó que a la semana había tres sorteos: los lunes para el cual el boleto costaba $3, el miércoles con un costo de $5 y el viernes de $10 por pedacito; detalló que su primera venta fue de 120 pesos.
Fue a causa de la señora Margarita Jaramillo, amiga de su madre, que comenzó con esta labor, pese a que lo consideraba algo difícil al no contar con experiencia, pues estaba cursando el sexto año de primaria, señaló que podía vender en casi cualquier parte como billares o bares, sin embargo, decidió empezar ante la imperiosa necesidad económica de su familia, compuesta por sus padres y sus ocho hermanos; en su primer día ganó aproximadamente $123 ganando cinco pesos, los cuales entregó a su madre, siendo su jefa quien le pagaba por cuenta propia 20 o 30 pesos.

Durante la charla recordó que por la mañana tomaba clases y al salir de ellas recorria la ciudad vendiendo sus cachitos de lotería, portando el uniforme escolar, “conforme va pasando el tiempo conoces más gente y te compran” dijo, desde entonces, vender cachitos de lotería se convirtió en su modo de vida, oficio con el cual logró pagar sus estudios hasta llegar a la facultad de ingeniería mecánica, además de continuar con su venta diaria de cachitos.
Puntualizó que, al comenzar a vender billetes de lotería, la ciudad de Morelia tenía sus límites territoriales entre la avenida Lázaro Cárdenas y la avenida Nocupétaro, de la misma manera, “La Quemada” era la parte del municipio en que se encontraban las ultimas casas, enfatizó que las plazas públicas, así como los portales, estaban repletos de vendedores ambulantes, además de que zonas como el parque Juárez eran considerados paseos fuera de la ciudad.

Zabala señaló que fue casado y tiene dos hijos, sacando adelante a su familia únicamente con los ingresos que recibió de la lotería nacional, pues es un empleo que le resultó fácil con el paso de los años, siendo su propio jefe y dependiendo de él la oportunidad de incrementar sus ingresos o manejar sus tiempos de trabajo, motivo por el cual nunca pasó por su mente el dejar esta labor.
“El salado” como lo conocen sus clientes, afirmó que hay quienes han ganado el premio mayor comprándole un boleto, sin embargo, reconoció que es complicado atinarle al número ganador, destacó que actualmente las personas compran su boleto al azar por terminación, escogiendo mayormente uno con terminación en “5”.

Reconoció que actualmente las ventas se han disminuido entre 50 y 60 por ciento, además, señaló que los billetes conmemorativos han llegado a disminuir las ventas, pues la ciudadanía considera que sorteos como el del avión presidencial son considerados como un fraude, agregó que actualmente los jóvenes no tienen interés en jugar a la lotería, hecho que también ha afectado su economía, pues algunos de sus clientes ya han fallecido.
Javier Zabala declaró que tenía 12 años cuando comenzó a vender billetes, actualmente tiene 72 años, enfatizó que por ahora toma esta actividad como un pasatiempo que tiene la oportunidad de generarle ingresos, aunque espera que llegue a la dirección nacional de la lotería nacional, una persona que en verdad tenga amor y conocimiento del juego, para que puedan recuperarse las ventas que había cuando el comenzó a trabajar.