Las principales obras arquitectónicas de la antigua Valladolid son la Catedral y el Acueducto, íconos de la Ciudad de las Canteras Rosas.
La capital de Michoacán es conocida por sus edificios históricos, como el Centro Cultural Clavijero, Palacio de Gobierno, las casas donde nació y vivió Don José María Morelos y Pavón, Palacio Federal, la antigua Cárcel de Clérigos, así como una infinidad de templos y ex conventos, pero quizá los más representativos y verdaderos iconos de la capital michoacana son su catedral y el acueducto. La mayoría de los edificios se conservan en muy buen estado, aunque algunos, como el Palacio de Gobierno, sede del Ejecutivo estatal, han sido restaurados en su estructura y los murales del Maestro Alfredo Zalce, que el artista michoacano plasmó en paredes interiores del inmueble.
El visitante puede pasear por las calles de Morelia llenas de historia en sus edificios coloniales construidos con piedra de cantera en tono rosa, lo que le ha merecido el mote de Ciudad de las Canteras Rosas, muchos de estos vetustos inmuebles albergan hoy restaurantes, hoteles, museos y escuelas de todos los niveles educativos, públicos y privados.
Fue una de las primeras ciudades edificadas durante el siglo XVI por los conquistadores peninsulares, en tiempos prehispánicos el valle se denominó Guayangareo, más tarde, al arribo de los conquistadores durante la misma centuria fue llamada Valladolid; posteriormente, en 1828, el Congreso del estado decretó el cambio de nombre por el de Morelia, en honor a José María Morelos y Pavón, héroe de la Independencia de México, hijo predilecto de esta ciudad.
DCIM\101MEDIA\DJI_0019.JPG
- La monumental Catedral de Morelia fue diseñada en estilo barroco, sus dos torres alcanzan 70 metros de altura. La también sede de la Arquidiócesis católica local cuenta con un órgano monumental de principios del siglo XX y 4 mil 600 flautas, además posee retablos estilo neoclásico. En su ornamentación interior predomina el estilo dórico.
Su construcción se inició en 1660 y concluyó en 1744. Se edificó con cantera rosa, un material abundante en la región, el proyecto estuvo encabezado por Sebastián de Guedea, quien contó con la colaboración de Andrés, Pedro, Diego, Miguel, Anastacio, Lorenzo y Joseph, todos de apellido Guedea.
Entre los tesoros que guarda en su interior la catedral moreliana está el manifestador de plata estilo barroco del siglo XVIII; la Pila Bautismal de plata, en estilo neoclásico y también del decimoctavo, también está la imagen del Señor de la Sacristía, diseñado en técnica prehispánica de “pasta de caña de maíz”, entre otras piezas.
Los sábados por la noche, el Ayuntamiento de Morelia en turno realiza el encendido de la catedral, el evento se ha convertido en todo un espectáculo de luces, música y pirotecnia que iluminan y dan vida a la enorme mole de cantera. Debido a su belleza, sonorización acústica y amplio espacio, este recinto monumental figura como escenario del Festival Internacional de Órgano de Morelia, y el Festival Internacional de Música de Morelia.
A una corta distancia hacia el este, se puede admirar el ancestral y bien conservado acueducto, obra de ingeniería hidráulica edificada por disposición del obispo Antonio de San Miguel en base a un decreto del 21 de octubre de 1785, quien también proporcionó el dinero para comenzar la obra, con la finalidad de llevar el agua a la ciudad y acabar con el problema de desabasto entre las familias vallisoletanas.
DCIM\100GOPRO\GOPR1210.JPG DCIM\100GOPRO\GOPR4441.JPG DCIM\100GOPRO\GOPR6078.JPG
El acueducto cuenta con 253 arcos de medio punto con altura de 9.24 metros y pasa a un lado del Jardín Villalongín. Posee 2 cajas de agua, una al inicio, y la otra aproximadamente a 700 metros de la primera, su longitud es de mil 700 metros. El acueducto llevaba agua hasta los límites de Valladolid, repartía el preciado líquido a través de una tubería subterránea de barro que conectaba con fuentes, conventos y casas particulares de la época. Su uso en la distribución de agua vio fin allá por 1910, fue sometido a trabajos de restauración en 1998, para conservarse hasta hoy como ícono de Morelia