San Agustín del Pulque, cuya feria se realizará el próximo domingo, es una comunidad del municipio de Cuitzeo, que sintetiza las necesidades de las comunidades ribereñas como son apoyos para los pescadores, para los artesanos y para el propio Lago de Cuitzeo que padece contaminación que pone en riesgo su supervivencia.

En una lancha de madera, construidas por los propios pescadores para su actividad porque las de fibra no sirven -se ladean “y nos vamos de hocico”-, entre los graznidos de garzas, el parpar de patos y el sigiloso desplazamiento de culebras de agua entre el abundante tule, se inició el viaje hacia el interior del lago de Cuitzeo, acompañados por Enrique Melo Lobato y Ramiro Cerriteño.




Al paso de la lancha van revisando si hay por ahí una mojarra atrapada en las artes de pesca, las permitidas porque las redes están prohibidas, y un leve desencanto porque en estas fechas, por el frío, “parece que se esconden”.
Trabajan los pescadores con sus propios medios, sin recibir apoyo de ninguno de los tres órdenes de gobierno, la actual administración estatal no los ha apoyado y la de Silvano Aureoles Conejo, se les pregunta, “de ese menos” es la respuesta.

Media hora de viaje hacia el centro del lago de Cuitzeo y nada, ninguna mojarra, nada de pesca, y a retornar a la ribera, y de ahí a ver la otra tarea con la que llevan víveres a la mesa familiar. El tule.

Al caminar un poco por la orilla del lago, es inevitable llegar al sitio de descarga de aguas residuales que contaminan ese cuerpo de agua, ninguna autoridad quiere hacer nada por construir plantas para el tratamiento de las aguas negras, se necesitan en todos los pueblos que descargan al lago, afirman.
Cuture llaman a una planta acuática que, junto con el lirio, el tule –el que ya está seco, inerte, ocupando grandes espacios en el cuerpo de agua y las descargas de aguas residuales representan un riesgo para la supervivencia del lago.
Hace falta limpiarlo, pero, una vez más, y como casi siempre ocurre, no hay apoyo de las autoridades.

El tule ya está en el patio, secándose, preparado para formar bellas y laboriosas artesanías que estarán a la vista de turistas –locales y foráneos- y comerciantes de otros lados –intermediarios- que se llevan las mejores ganancias.
El patio de la casa está prácticamente cubierto de tule, expuesto al sol para que se seque y pueda utilizarse como materia prima para las artesanías que ahí se elaboran.

Las artesanías.
Ahí, en San Agustín del Pulque las artesanías a base del tule, son una tradición ancestral
Lizbeth Melo Lobato y Gloria Lobato Onofre, hija y madre que llevan años en la elaboración de artesanías, y dicen que, dependiendo del tejido, tardan hasta dos o tres horas en hacer un sombrero, por ejemplo, aunque, dependiendo del artículo, el periodo de elaboración varía y es que ahí, en su vivienda –utilizada como taller-, hacen tortilleros, portalapiceros, servilleteros para mesa, canastas, bolsas, floreros, lengua –una especie de tapete- y servilleteros, entre otros.



Los sombreros se los compran en sesenta pesos, por ejemplo, y el precio en otros productos es variado, pero el denominador común es que en todos ellos es notoriamente inferior al trabajo que realizan.
Vienen de fuera y les compran, en ocasiones, por mayoreo, pero esos intermediarios, como en muchos otros casos de artesanos, son los que obtienen las ganancias mayores.

Requieren de moldes para hacer las artesanías y ese es un apoyo que piden a las autoridades del ramo, pero también que les ofrezcan espacios, conductos comerciales para vender directamente sus piezas artesanales.
Y Lizbeth sintetiza en pocas palabras, pero certeras, lo que ocurre a todos o a la mayoría de los artesanos michoacanos, aunque las ganancias que obtienen son paupérrimas siguen en el oficio, “para que la tradición no se pierda”. Esa manera de pensar de los artesanos, lastimosamente, no encuentra eco en las autoridades y los siguen dejando en las manos de los rapaces intermediarios.

Hay, en esa comunidad, un grupo de 23 artesanas organizadas que venden sus productos en diversos lugares como Chiapas y León. Aunque hay intermediarios que vienen, principalmente, del Estado de México, que les compran por mayoreo y, Ana Luisa Lobato Onofre, afirma que, si ellas vendieran directamente, les iría mejor. Los productos, que más se les venden son los tortilleros, las canastas, los tapetes.



El pulque.
Jorge Gaspar Camarena, productor de pulque, dice que ha visto el proceso de la elaboración de la bebida en Tarímbaro, Maravatío, Tlalpujahua y Tlaxcala, pero el de San Agustín del Pulque es diferente, es único, es el mejor, afirma.








Explica el proceso desde que van al campo a hacer el raspado de la planta, la recolección del aguamiel y finalmente la fermentación para dejar listo el pulque para degustarse. Indica que hay un aguamiel agrio que se utiliza para elaborar el llamado atole de pulque.
Y esa bebida, el pulque, la vende, mayoritariamente, en la misma comunidad, ya tiene sus clientes, que siempre lo buscan para adquirir el llamado néctar sagrado de los dioses.






















