Sin envidia alguna las plazas del Centro Histórico de Morelia cedieron la cantera de sus andadores a diversas instituciones que para que en bellas y efímeras obras de arte, adornadas por el rítmico golpeteo de la Danza de los Viejitos, honren a quienes ya se han adelantado en el camino.
Desde la Plaza de Armas, la Calzada San Diego, La Plaza Valladolid, la cerrada de San Agustín, hasta el florido Jardín de las Rosas, floridos y hermosos altares adornan a la señorial Morelia.
Los colores que sobresalen son el amarillo, naranja y morado de flores como el Cempasúchil y la Garra de León, así como vasijas de barro, comida, pan de muerto, bebidas, frutas, velas, catrinas, y, en algunos casos, fotografías de quienes, cuenta la tradición, regresan del más allá a disfrutar de su comida y bebidas predilectas.
Toda esa amalgama de altares son admirados por cientos de turistas –locales y foráneos- que lucen extasiados por la policromía de las tradiciones michoacanas.